LANZAR
Resumen
¿Tiene el término proyecto tiene el mismo significado para designar la actividad de la arquitectura en las décadas recientes que hace cien, o quinientos, o dos mil años? ¿Pueden el hábito y la costumbre modificar el contenido de las palabras hasta significar su opuesto? Son preguntas que buscan entender el habla disciplinar contemporáneo y quizás evitar el uso de términos inapropiados. La cultura del proyecto define el campo de la producción del saber arquitectónico incluyendo la actividad del diseñador y de la crítica. El proyecto arquitectónico se instala en el mundo moderno como una realidad más compleja y articulada que va más allá que las mismas edificaciones que, en apariencia, lo fundamentan. Por tales razones, la noción de proyecto abre un fructífero diálogo acerca de las ideas y el significado de estas en la tarea creativa de instalar mundos, de configurarlos, de hacer presente otras realidades, pensamientos y acciones. De este modo el proyecto, como cosa ejecutada, no es un edificio, sino un conjunto de dibujos, planos, maquetas, etc., que tienen valor propio, porque aquello que es ejecutado es extrinsecación, la apropiación social de la obra, sujeta a un complejo proceso económico y técnico-productivo. Por esto, además de su valor instrumental y de representación gráfica, el proyecto es el
núcleo de una disciplina que se ocupa de configurar el habitar humano. Con su capacidad comunicativa, el proyecto arquitectónico no podría quedar confinado a la procesualidad técnica, considerada como momento de resolución de un problema. Frente a la enorme tarea de crear mundo, resolverlo y aun más, solucionar el habitar, parece que es más sencillo y perfectamente posible meter a doscientas personas en un auditorio o ubicar la cocina de una casa orientada hacia el Este, es decir,
responder apropiadamente a un programa funcional, que dar cuenta de aquellos trascendentes propósitos. Si esta es condición suficiente para la arquitectura actual, nada queda por agregar, salvo la indicación histórica que buena parte de la arquitectura del siglo XX estuvo dominada por la construcción del destino, un sueño que en apariencia fue de corta
duración y donde el término proyectar albergaba la esperanza de construir un mundo mejor. No obstante, es posible que esta visión haya dejado algunos rastros.
núcleo de una disciplina que se ocupa de configurar el habitar humano. Con su capacidad comunicativa, el proyecto arquitectónico no podría quedar confinado a la procesualidad técnica, considerada como momento de resolución de un problema. Frente a la enorme tarea de crear mundo, resolverlo y aun más, solucionar el habitar, parece que es más sencillo y perfectamente posible meter a doscientas personas en un auditorio o ubicar la cocina de una casa orientada hacia el Este, es decir,
responder apropiadamente a un programa funcional, que dar cuenta de aquellos trascendentes propósitos. Si esta es condición suficiente para la arquitectura actual, nada queda por agregar, salvo la indicación histórica que buena parte de la arquitectura del siglo XX estuvo dominada por la construcción del destino, un sueño que en apariencia fue de corta
duración y donde el término proyectar albergaba la esperanza de construir un mundo mejor. No obstante, es posible que esta visión haya dejado algunos rastros.
Palabras clave
Proyectar; resolver; problema; crear
Texto completo:
PDFDOI: http://dx.doi.org/10.32995/rev180.Num-32.(2013).art-56
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